[MICRO 1]
-Definitivamente, tanto lo que digas como lo que no digas es determinante en un trabajo como este. Tengo que jugar a los avioncitos con los niños para clavarles una puñetera jeringuilla o más tarde hacer de político y convencer a los abuelos de que se van a curar con las pastillas que les receto.
-Ya te digo. Y luego dicen que el aspecto no habla por sí solo. Ayer me dijo Marta, la chica nueva de Alicante, que un hombre le había llegado a decir que le dolían los adornos de Navidad. ¿Perdón? Sí, ya me entiende, las... fosas nasales de la otra nariz... ¡Lo... que ponen las gallinas! Yo flipaba cuando me lo contó.
-Eso no es nada. El otro día me vino un padre con su hija, y se tiró media hora para contarme que a la niñita le dolía la tripa, que le dolía mucho la cabeza y que estaba muy estresada. Al final, le dije que se marchara un momento y la chica me dijo: Perdone, pero se pone muy pesado. ¿Me puede recetar algo para el dolor del periodo?
[MICRO 2]
-Mira, Manoli, esto es una vergüenza. Yo sé que muchas veces hemos comentado que don Marcos es un hombre guapísimo, y que para tener sus cuarenta años bien entrados, tiene un muy cuerpo. ¡Pero es un depravado! ¡Me rozó un pecho y me tocó con obscenidad el otro día! ¡Y si le puse y la próxima vez...Ay, Dios mío!
-Carmela, eres un puritana. Menos mal que a tu marido no le pasa nada grave, porque como tuviera que quitarse algo delante de su médica de cabecera, le iba a faltar tiempo. No hay que ser así, los médicos necesitan tocarnos para ver qué tenemos, pero es un manera de tocar muy profesional, con respeto y experiencia. Es necesario e importante, así que déjate de tontunas.
[MICRO 3]
-Buah, pues yo estoy hecho un lío. Hemos descubierto que un muchacho de unos treinta y tres años tiene ya un tumor bastante desarrollado. Me han dicho que no se puede hacer nada por él, y que en menos de seis meses puede que fallezca. Acaba de tener un hijo, lo sé porque me lo ha estado comentando. ¿Qué hago? ¿Le digo que se va a morir en menos de un año? ¿Hablo con la mujer?
-Escucha. Lo primero, tranquilízate. Hace unos meses, le detectamos a un señor ya mayor un pequeño tumor cuya extirpación era bastante compleja. Yo hablé directamente con él, y le dije que teníamos que operarlo en unas semanas, pues de no ser así, probablemente moriría. Antes de ser finalmente intervenido, me dijo que había disfrutado como si cada día fuera el último. Tras la operación, el hombre salió totalmente recuperado. Tú no puedes saber cómo se lo va a tomar, pero si crees que se va a hundir, habla con su mujer, por prepararse para lo peor. También te digo, él tendría todo el derecho a saber la verdad.
Y vosotros, lectores, ¿qué harías si fuerais médicos y tuvieses que notificiar una enfermedad terminal? ¿Y si fuera un hermano o un padre a quien se lo tuvierais que comunicar? ¿Qué pasaría si ese mismo cáncer del anterior muchacho lo tuvieráis vosotros? ¿Qué haríais?
¿Creéis que es importante confiar en la profesionalidad de los médicos?
¿Podemos relajarnos ante ellos?
¿Qué cosas os inspiran más o menos confianza?
¿Pensáis que el hecho de que los famosos hagan públicas sus enfermedades ayuda a otras personas a llevar sus mismo problema de una manera más natural?
¿Y qué podéis decirnos sobre este vídeo?
[El dispositivo de audio se desconectó.]
Hace unos meses, mi médico de cabecera dio los resultados de las pruebas que llevaba haciendo desde hacia dos años a mi madre, pensó que ella aceptaría la noticia mejor que yo y que era la mas indicada para informarme. Lo que el médico no sabia era que yo me encontraba de viaje y que dicha noticia mantuvo a mi madre inquieta durante todo el mes, preocupada por lo que me pudiera pasar.
ResponderEliminarHoy en día, yo he aceptado la realidad y estoy confiada de que todo ira bien, mientras que mi madre vive en ascuas y su excesiva preocupación no me permite llevar la vida que siempre he llevado.
Al igual que el chico del cáncer, preferiría que me lo digan una vez tengan los resultados y directamente, para poder poner mis cosas al día y disfrutar al máximo mis últimos meses o empezar con el tratamiento, si existe una posibilidad por muy pequeña que sea de salvarme.